La pedagogía del proyecto de Arquitectura es una ramificación de la
ciencia del entusiasmo. Por eso el arte del profesor consiste en crear
esa especial atención, convertirla en voluntaria, ayudarla a
construirse. Y una vez conseguida, conservarla, supervisar su engranaje y
su funcionamiento, limitar su aplicación. Es tan necesario procurarla
combustible como que éste sea el suficiente, sin excesos ni carencias,
para que una vez fijada en un objeto de estudio, nos aseguremos de que
es perseguido.
Ese estado es el motor secreto tanto del aprendizaje como del mismo hacer Arquitectura.
Porque estar entusiasmado supone estar invadido. Ceder a lo ajeno,
dejarse manipular y vencer, ver romperse una parte de uno mismo para
disfrutar de una especial trasmutación. Hacer que esto suceda de manera
prolongada en el tiempo, “hasta que las personas se transformen en
personas distintas” como dice Quetglas, con otros instrumentos mentales
ya propios e independientes del mismo profesor, es una tarea útil,
aunque de manera solo retrospectiva.
El aprendizaje del alumno no consiste, pues, en dar luz al “sin luz”, a-lumen, sino en proporcionar otro tipo especial de nutriente. Alumnus, del latino "alére" es alguien “alimentado”. Aunque en realidad no de conocimiento puro, sino de entusiasmo.
del Blog de Santiago de Molina http://www.santiagodemolina.com/
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